La supervisión bancaria en América Latina en los noventa

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La supervisión bancaria en América Latina en los noventa

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Resumen Durante los años noventa el proceso de transformación de los sistemas financieros ha sido profundo. Sin embargo, las reformas adoptadas no siempre estuvieron acompañadas de un fortalecimiento de la supervisión del sector. Esto significó en varios casos una fragilidad que se hizo patente una vez que las economías estuvieron sujetas a algún tipo de shock externo. La segunda mitad de la década de los noventa representa un proceso de transición hacia sistemas bancarios más sólidos, basados en un adecuado equilibrio entre los incentivos del mercado y un marco regulatorio y de una supervisión preventiva. En lo que se refiere a estructura de mercado, América Latina presenta aún algunos viejos problemas como la alta participación estatal, materia en la que, sin embargo hay claros avances. De igual manera se han generado nuevos problemas estructurales, como el de una concentración de mercado que podría ir más allá de los deseable, no solo a nivel de país, sino que también a escala regional, superando el alcance, sólo doméstico, de las 'redes de seguridad sistémicas'. Para la superación de la mayor parte de las deficiencias y en especial aquellas que dicen relación con los problemas de la regulación, la supervisión bancaria, y la autonomía de los organismos fiscalizadores hay una cuestión trascendental, que es la voluntad política de hacer los cambios aún pendientes. Para ello, se debe dejar de ver la supervisión bancaria como parte integrante de la política económica coyuntural y como un instrumento de poder político. En sustitución, la labor de supervisión bancaria debe ser asumida como una política de Estado, otorgándole a los entes fiscalizadores los correspondientes niveles de autonomía, privilegiando su carácter técnico y profesional.

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Resumen Durante los años noventa el proceso de transformación de los sistemas financieros ha sido profundo. Sin embargo, las reformas adoptadas no siempre estuvieron acompañadas de un fortalecimiento de la supervisión del sector. Esto significó en varios casos una fragilidad que se hizo patente una vez que las economías estuvieron sujetas a algún tipo de shock externo. La segunda mitad de la década de los noventa representa un proceso de transición hacia sistemas bancarios más sólidos, basados en un adecuado equilibrio entre los incentivos del mercado y un marco regulatorio y de una supervisión preventiva. En lo que se refiere a estructura de mercado, América Latina presenta aún algunos viejos problemas como la alta participación estatal, materia en la que, sin embargo hay claros avances. De igual manera se han generado nuevos problemas estructurales, como el de una concentración de mercado que podría ir más allá de los deseable, no solo a nivel de país, sino que también a escala regional, superando el alcance, sólo doméstico, de las 'redes de seguridad sistémicas'. Para la superación de la mayor parte de las deficiencias y en especial aquellas que dicen relación con los problemas de la regulación, la supervisión bancaria, y la autonomía de los organismos fiscalizadores hay una cuestión trascendental, que es la voluntad política de hacer los cambios aún pendientes. Para ello, se debe dejar de ver la supervisión bancaria como parte integrante de la política económica coyuntural y como un instrumento de poder político. En sustitución, la labor de supervisión bancaria debe ser asumida como una política de Estado, otorgándole a los entes fiscalizadores los correspondientes niveles de autonomía, privilegiando su carácter técnico y profesional.
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